martes, 20 de marzo de 2018

Jesús Cruz nos ha regalado un Pregón para la historia


Estas líneas que se escriben con el poso y la calma que dan los dos días que han transcurrido, jamás serán capaces de transmitir el caudal de sentimientos y emociones que se vivieron el Domingo de Pasión en El Picacho. No son producto de la emoción contagiosa y desbordada al calor del escenario o de la amistad y cercanía con los protagonistas de la historia. Antes bien, nacen desde la absoluta necesidad de plasmar en un papel todo un cúmulo de sensaciones que todavía estamos asimilando.

No somos capaces de encontrar el adjetivo adecuado que defina un Pregón tan grande como la persona del pregonero. ¿Quizás memorable? ¿quizás profundo? ¿quizás arrebatado? ¿quizás precioso? ¿quizás elegante? ¿quizás original? ¿quizás actual? ¿quizás emotivo? ¿quizás sobresaliente? ¿quizás histórico?  Podríamos seguir enumerando adjetivos y nos quedaríamos cortos.

Durante sus dos horas y veinticuatro minutos de duración, - sí, dos horas y veinticuatro minutos- el Pregón no decayó en ningún momento. Todos los momentos fueron álgidos y luego tuvo otros instantes aún más sublimes y emocionantes, como el pasaje dedicado a nuestra Hermandad o el final con el piano a la Virgen del Amor. Un tiempo que pasó a ritmo de sentimiento y que se hizo fugaz por un vendaval de emociones desbordadas.

A todo ello se añade, que otros dos hermanos nuestros participaron del prólogo y el epílogo del mismo. El presentador Álvaro Velázquez que con una deliciosa y emotiva presentación -que le llevará más pronto que tarde a los atriles- descorrió los cerrojos del Pregón, y José Ramón Pérez que con el Ave María de Caccini al piano, puso el complemento perfecto a la voz ya quebrada del pregonero.

Nuestro hermano Jesús Cruz Sallago nos regaló un Pregón con mayúsculas, un Pregón que será recordado durante muchos años, un Pregón que ha marcado un hito en los atriles de nuestra Semana Santa. Pasarán los años y seguiremos recordando este Pregón de 2018, y algunos de nosotros podremos decir siempre con orgullo, que allí estuvimos para vivirlo.

La túnica de terciopelo bordada en oro que el pregonero recibió de nuestra Hermandad, realizada por el taller de bordado para su Niño Jesús y los pasadores de plata con el corazón de María traspasado por siete puñales, que recibió el presentador, fueron un detalle sin importancia ante la magnitud del regalo que recibimos nosotros.

Ya ha quedado dicho que es imposible describir con palabras todo lo vivido, pero la necesidad del corazón lo demandaba.  

     Por tantas y tantas cosas, muchas gracias, pregonero.