Hoy
hace veinte años que los alfileres de la Señora son tocados por las mismas
manos. Veinte años desde que la Madre luce de otra manera. Veinte años desde
que las blondas, mantillas, encajes y tules sueñan con las manos que acarician
su rostro nacarado.
Las mismas
manos llevan veinte años dándole forma a una belleza de otro tiempo que nunca
pasa, pero que desde hace veinte años es tan igual y tan distinta.
Dicen
que veinte años no es nada, pero para nosotros es todo. Todo corazón, todo
simpatía, todo amabilidad, todo saber estar, todo bien hacer, todo facilidades,
todo belleza, todo armonía…
Cada
nuevo atavío es una nueva lección y cada tiempo se hace imborrable en sus
manos. Hoy tenemos la gran dicha de celebrar que unas manos prodigiosas,
ensalzan a la Señora.
Hoy
podemos decir con orgullo que Antonio Bejarano cumple veinte años vistiendo a
la Reina de los Dolores.