Segundo dolor: La huída a Egipto
Huye José, diligente
-le avisa un ángel en sueños-.
Coge a María, al pequeño
y marcha sin que la gente,
allegados o parientes
conozcan vuestro camino.
Andad como peregrinos
hacia el desierto ignorado,
que Dios tiene preparado
vuestro punto de destino.
Temblores de San José
en la
madrugada fría.
Vámonos pronto, María
¿Y adonde vamos?
No se, -tiembla su voz-,
pero ven, que un ángel
me lo ha advertido.
Arropa al recién nacido
de nuevo entre los pañales.
Vamos a los arenales,
que ya la luna ha salido.
Nada tienen, donde irán,
se preguntan sus miradas,
confundidas, desoladas,
pero caminando van
unidas en el afán
de salvar al Salvador.
Porque ante el falso temor
de que le robe su trono
quiere Herodes con encono
matar al Dios Redentor.
¡Cómo sufren los esposos!
a través de naranjales,
solitarios palmerales
y caminos pedregosos.
Por parajes arenosos
y monótonos alcores
vacíos de verdes y flores
huyendo van, y es María
ya también desde aquel día
la Madre de los Dolores.
Fco. del Castillo Tellería
Pregón de los Dolores 1990
Autor de la Fotografía: Óscar Torres Barba