DIA SEGUNDO
SANTA MARíA TRONO DE
MISERICORDIA
María, que, constituida por Dios
para ser trono Divino de Salomón, en el cual habitando el Verbo encarnado, te
llenó de misericordia, para que como Madre de Ella, socorrieses a todos los
necesitados que implorasen tu auxilio, llenando tan cumplidamente tu honroso y
caritativo cometido. Que si en la vida socorrías a los menesterosos, aun sin
que te lo pidiesen, tu misericordia ha crecido, porque desde el empiezo ves
mejor las miserias de los hombres todos, que son tus hijos. Te rogamos, ¡oh, la
más compasiva de las madres! que de tal modo llenamos las leyes de
misericordias, que todos los necesitados bendigan vuestro nombre, para que
habiéndote imitado generosos, gozosos te acompañaremos en la Jerusalén
celestial de la Gloria.
Padre
nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el
cielo. Danos Hoy nuestro pan de cada
día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos
ofende, no nos deje caer en la tentación y líbranos del mal. Amen
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito
es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era
en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
PÍDANSE
LAS PETICIONES O GRACIAS QUE SE DESEEN ALCANZAR CON EL EJERCICIO DE ESTE SOLEMNE
TRIDUO.
¡Oh
Virgen Santa María Reina de Todos los Santos!, yo os suplico por las entrañas
purísimas de vuestra piedad, que alcancéis de vuestro Hijo la gracia que
pretendo en este Solemne Triduo, y asimismo comuniquéis y alcancéis la
extirpación de las herejías, aumento de nuestra fe católica, paz entre los
pueblos, libertad a los cautivos, refrigerio a las almas del Purgatorio,
reducción y conversión de los infieles y pecadores, salud a los enfermos,
consuelo a los afligidos, Socorro a los necesitados, amparo a los desvalidos, y
a todos los hombres mostréis vuestro patrocinio amoroso con vuestra santa
bendición, alcanzándoles resignación perfecta con la voluntad Divina, y la
gracia final, para que gocemos el ver a adorar vuestra admirable hermosura, que
es la alegría del Cielo. Admite estas alabanzas y socorre a tus devotos,
hermosísima María, Reina de Todos los Santos. Amén.