DÍA PRIMERO
MARÍA, LA MÁS DIGNA ENTRE LAS
OBRAS DE DIOS
Enriquecida por Dios con las
exquisitas gracias, lejos de envanecerte, heriste el corazón de tu Amado con el
cabello de tu cuello, o sea, con el humilde concepto que formaste siempre de Ti
misma, reconociendo que la humildad es el sólido fundamento de toda santidad.
Te
ruego, ¡OH Dulcísima María! Que con esa misma luz que tenías para conocer la
infinita bondad y grandeza de Dios, y tu propia pequeñez ensalzada por su
Gracia, nos alumbres en nuestras tinieblas, y entrando por la humildad a formar
parte del rebaño escogido, subamos a la cumbre de la perfección cristiana para
que después de imitarle en la tierra, nos regocijemos contigo en la Gloria.
Padre nuestro, que estás en los cielos,
santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino;
hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amen
hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amen
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito
es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era
en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
PÍDANSE
LAS PETICIONES O GRACIAS QUE SE DESEEN ALCANZAR CON EL EJERCICIO DE ESTE SOLEMNE
TRIDUO.
¡Oh
Virgen Santa María Reina de Todos los Santos!, yo os suplico por las entrañas purísimas
de vuestra piedad, que alcancéis de vuestro Hijo la gracia que pretendo en este
Solemne Triduo, y asimismo comuniquéis y alcancéis la extirpación de las
herejías, el aumento de nuestra fe católica, la paz entre los pueblos, la libertad
a los cautivos, el refrigerio a las almas del Purgatorio, la reducción y
conversión de los infieles y pecadores, la salud a los enfermos, el consuelo a
los afligidos, el Socorro a los necesitados, el amparo a los desvalidos, y a
todos los hombres mostréis vuestro patrocinio amoroso con vuestra santa
bendición, alcanzándoles resignación perfecta con la voluntad Divina, y la
gracia final, para que gocemos adorar vuestra admirable hermosura, que es la
alegría del Cielo. Admite estas alabanzas y socorre a tus devotos, hermosísima
María, Reina de Todos los Santos. Amén.