jueves, 29 de octubre de 2015

Primer día del Triduo en honor de Santa María Reina de Todos los Santos

Esta tarde a las ocho menos cuarto, en la Trinidad.

DÍA PRIMERO
MARÍA, LA MÁS DIGNA ENTRE LAS OBRAS DE DIOS
                                                                                             
Enriquecida por Dios con las exquisitas gracias, lejos de envanecerte, heriste el corazón de tu Amado con el cabello de tu cuello, o sea, con el humilde concepto que formaste siempre de Ti misma, reconociendo que la humildad es el sólido fundamento de toda santidad.

Te ruego, ¡OH Dulcísima María! Que con esa misma luz que tenías para conocer la infinita bondad y grandeza de Dios, y tu propia pequeñez ensalzada por su Gracia, nos alumbres en nuestras tinieblas, y entrando por la humildad a formar parte del rebaño escogido, subamos a la cumbre de la perfección cristiana para que después de imitarle en la tierra, nos regocijemos contigo en la Gloria.

Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino;
hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amen

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

PÍDANSE LAS PETICIONES O GRACIAS QUE SE DESEEN ALCANZAR CON EL EJERCICIO DE ESTE SOLEMNE TRIDUO.


¡Oh Virgen Santa María Reina de Todos los Santos!, yo os suplico por las entrañas purísimas de vuestra piedad, que alcancéis de vuestro Hijo la gracia que pretendo en este Solemne Triduo, y asimismo comuniquéis y alcancéis la extirpación de las herejías, el aumento de nuestra fe católica, la paz entre los pueblos, la libertad a los cautivos, el refrigerio a las almas del Purgatorio, la reducción y conversión de los infieles y pecadores, la salud a los enfermos, el consuelo a los afligidos, el Socorro a los necesitados, el amparo a los desvalidos, y a todos los hombres mostréis vuestro patrocinio amoroso con vuestra santa bendición, alcanzándoles resignación perfecta con la voluntad Divina, y la gracia final, para que gocemos adorar vuestra admirable hermosura, que es la alegría del Cielo. Admite estas alabanzas y socorre a tus devotos, hermosísima María, Reina de Todos los Santos. Amén.