Del discípulo amado en compaña
abatida a tu Hijo seguiste
y de agudo dolor presa fuiste
cuando al Monte Calvario llegó.
Allí el eco repite el sonido
de martillos, clarines y voces,
lo suspenden, oh Madre, y entonces
al Dios justo clavado se vio.
¡Por tus dolores ten compasión!